sábado, 5 de marzo de 2011

jacarandá y un pedacito de Rosario

En la provincia argentina de Corrientes nació esta leyenda en torno al jacarandá, árbol de bellas flores...

Cuando los españoles comenzaron a poblar Corrientes, trayendo consigo a sus familias, vino a habitar este suelo un caballero que traía consigo a su hija. Una bella jovencita de escasos dieciséis años, de tez blanca, ojos azul oscuro y negra cabellera. Se instalaron en una zona no muy retirada de la ciudad de las Siete Corrientes, en una reducción donde los jesuitas cumplían su misión evangelizadora y civilizadora, enseñando no sólo el amor a Cristo sino también a cultivar la tierra a los guaraníes.
Entre los jóvenes de esa reducción se distinguía Mbareté, un mocetón
veinteañero alto y fornido, que trabajaba la tierra con tesón, como queriendo arrancar de sus entrañas toda su riqueza y sus secretos.
Una tarde en que Pilar -la joven española- salió a caminar en compañía de una doncella que la servía, vio a Mbareté y fue verlo y prendarse de su apostura. El indio también la observó con disimulo al principio, con desenfado después, y admiró su blanca piel, su negro cabello y el color de sus ojos.
El encuentro fue fugaz. Tan sólo intercambiaron una mirada. Pero Mbareté la siguió con la vista hasta que la joven desapareció entre unos arbustos. El indio buscó la forma de que el jesuita le asignara tareas cerca de las casas y, en silencio, hurgaba por cuanta abertura había, para poder ubicar a la joven.
Pilar, entre tanto, no podía borrar de su retina la imagen del joven aborigen. No podía olvidar lo hermoso que le pareció con su torso desnudo, cubierto de gotas de sudor que le parecían chispas del sol que se le pegaban al cuerpo, al estar realizando su rudo trabajo.
No pasó mucho tiempo y un día Pilar y Mbareté se encontraron. Esta vez las miradas fueron largas y profundas. Tan profundas que -sin palabras- se adentraron en el espíritu de ambos, mutuamente.
Mbareté pidió ál sacerdote que los instruía que le enseñara el castellano. Y aprendió rápido todas aquellas palabras que le sirvieran para expresarle a
Pilar que la amaba desde el primer día en que se conocieron. Y buscó la forma de encontrarla a solas y poder hablarle. Y esa oportunidad la tuvo el día en que halló a la joven rodeada de indiecitos a quienes les enseñaba el catecismo. El joven se acercó al grupo y sin musitar palabra permaneció observándola hasta que los niños se fueron.
Entonces, Mbareté caminó junto a ella y, ante su asombro, le habló en español -balbuceante, al principio- para confesarle su amor. Pilar se ruborizó, se sintió confundida, quiso ocultar sus sentimientos, pero sus hermosos ojos azules y su cálida sonrisa la traicionaron y el joven pudo comprobar que era correspondido.
Los encuentros se repitieron. Mbareté le propuso huir juntos, lejos, donde su padre no pudiera encontrarlos. Le habló de construir una choza, junto al río, para ella y allí unir sus vidas. Pilar aceptó y, cuando la choza estuvo concluida, amparándose en las sombras de una noche en que Yasy les brindó su complicidad, escapó con su amado.
A la mañana siguiente, el caballero español buscó infructuosamente a su hija, hizo averiguaciones y alguien de la reducción le comentó que la habían visto frecuentemente en compañía de Mbareté y que éste también había
desaparecido.
Furioso, el padre convenció a varios compañeros para que lo ayudaran a
encontrar a la pareja y, fuertemente armados, comenzaron la búsqueda. Pasaron varios días hasta que descubrieron la choza junto al río. Sigilosamente, tomaron posiciones para observar a sus moradores. Así vieron llegar a Mbareté en su canoa, con el producto de su pesca, y vieron también salir a Pilar a recibirlo.
El padre de la joven no resistió la visión de la tierna escena de los amantes abrazados y salió de su escondite gritando el nombre de su hija y apuntando con su arma al indio. La joven vio el fuego del odio en los ojos de su padre y comprendió lo que cruzaba por su mente. Trató de evitarlo; de explicarle su actitud, pero el español siguió avanzando con el dedo en el disparador. Pilar se interpuso entre los dos hombres en el preciso instante en que la carga fue lanzada y cayó con el pecho teñido de rojo, fulminada por su propio padre. Al ver esto, Mba-reté quedó atónito, tieso, sin atinar a defenderse. Fue entonces cuando otro disparo le dio en plena frente y el joven se desplomó sobre el cuerpo de su amada.
El padre, dolorido e indignado, no se acercó siquiera a los cuerpos yacentes e instó a sus compañeros a volver a la reducción. Esa noche, la imagen de su hija no pudo apartarse de su mente, y con las primeras luces del alba, inició el camino hacia el lugar donde tan tristemente terminara ese amor tan grande que motivó que los jóvenes se olvidaran de sus
diferencias de raza.
Cuando llegó a la choza, el español no halló restos de la tragedia y en el
lugar donde la tarde anterior yaciera la pareja -sin que existiera ningún
rastro de la sangre allí derramada- se erguía un hermoso árbol de tronco
fuerte, cubierto de flores azul oscuro que se mecían suavemente con la
brisa.
El hombre tardó en comprender que Dios había sentido misericordia de los enamorados y había convertido a Mbareté en ese árbol, y que los ojos de su hija lo miraban desde todas y cada una de las azules flores del jacarandá. (*)

(*) Fuente: Cuentos y leyendas de la Argentina, Barcelona, José Olañeta Editor, pp. 57-60.
. . .

Los jacarandás, jacarandaes, jacarandas, gualandayes o tarcos (Jacaranda spp. Juss.) son un género de unas cuarenta especies de árboles y arbustos de la familia de las bignoniáceas, típicos de la América intertropical y subtropical, que prosperan preferentemente en zonas con un buen régimen de lluvias, aunque pueden implantarse y prosperar en zonas más templadas, por ejemplo hacia los 35° de latitud, de modo que se encuentran espléndidos jacarandás centenarios en Buenos Aires y en Montevideo. El nombre científico de la especie (jacaranda) deriva de la voz guaraní jacarandá, palabra acentuada en la última sílaba.

Es conocido también en el Paraguay como "Caroa" o "Kaí jepopete" (por sus frutos en forma de castañuela).


Parque de España en Rosario

Construido sobre la barranca del río, este emprendimiento conjunto entre la Municipalidad de Rosario y el Gobierno y la Colectividad española, es uno de los lugares preferidos por los rosarinos para disfrutar de la vista del río y de las islas que se encuentran frente a la costa de la ciudad. Dentro del parque se encuentra el Complejo Cultural Parque de España, y en las inmediaciones, la Plaza Guernica y diversos clubes de pescadores.

Foto:
acceso desde Plaza Gernika, Avenida del Huerto y Mitre
Cecilia

comentario a la foto:
" ..el árbol es un jacarandá, si . es realmente precioso, con flores liláceas, gran porte ..
haré como dices Manuela, seguro toma protagonismo, merecido ..
yo traté de "ver" el acceso al parque, el espacio vacío al fondo donde está el río ... y la enramada en el suelo .. era cerca del mediodía, fines de octubre (sol!!!)
a la izquierda, en los muros de un edificio viejo, los chicos suelen pintar fragmentos del "guernica" ..

18 comentarios:

  1. `al eSte y al oEste
    llueVe y lloverà ´
    paRa sieMpre estarà asoCiado el jacaraNdá a
    MaRia EleNa WalSH

    beSoS

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  2. Las historias de amores de diferentes culturas pueblan los espectros literarios de todo el mundo. Indios y españoles, árabes y cristianos, capuletos y montescos, ...amores intensos que resultaron imposibles y fueron vengados por atreverse a no serlo.

    Los árboles, con su historia, buscan en nuestra mitología o leyendas su origen de ser, la naturaleza de su belleza, como metamorfosis de aquello que la mente humana no permitió y que sin embargo la tierra, en su profundo saber, permite.

    Precioso, querida Claudia

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  3. que belleza de leyenda nos regalas¡¡, así da gusto terminar la semana, un besin muy muy grande de esta asturiana que te da inmensas gracias por hacernos participes de tu bella esencia plasmada en bellisimos textos.

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  4. Pilar es mi nombre, y la primera vez que escuché esta leyenda, fué de labios de alguien muy importante para mí, gracias por traerme aquel momento a la memoria.

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  5. Aunque no haya un árbol específico vinculado esta leyenda me recuerda la de Lucía Miranda y aquél increible trabajo de investigación.
    Sería bonito releerlo.

    Un beso Cecilia.

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  6. Ya lo creo Maby, de hecho un fotógrafo de Buenos Aires subió una foto que tomó desde su ventana, ayer no más ..
    y le puso por título "al este y al oeste" jej

    Gracias !!
    un beso.

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  7. Gracias Ana !
    Si, es increible la cantidad de historias que han surgido en torno a los árboles, y la visión que tú aportas pone a la tierra, a la naturaleza, en el sitio que debe.

    En cuanto al nombre (ya ví tus comentarios en el blog de Julie), no te preocupes
    podría llamarme Cecilia Diana Claudia, todos concuerdan con mi origen !

    Un beso Ana.

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  8. Ozna, te agradezco el hermoso comentario y gracias por tu obsequio de fin de semana, precioso !
    Besos.

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  9. Wow Pilar !
    Gracias por compartir ese momento.

    Los árboles, todos, han provocado recuerdos diversos en los amables visitantes de este espacio.
    Con todos me emocioné. Tengo los míos también, por supuesto.

    Un beso.

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  10. Jejje, si Myriam.
    Un trabajo que me encantó hacer, tiene muchas aristas, historia, leyendas, teatro !
    hasta costumbres pueblerinas que subsisten ..
    es un poco largo, no ?
    habría que "distribuirlo" adecuadamente ..

    Bueno, gracias !!
    Besito.

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  11. Que bellisima historia Cecilia!!!y no es triste porque al final los dos enamorados se convierten un un mismo ser... me ha gustado mucho, nunca había oido hablar sobre estos árboles llamados jacarandás.
    Que tengas un buen comienzo de semana.
    Un gran abrazo!!!

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  12. Bella noche..

    Un gusto venir a leerte y disfrutar de tu bella entrada… buen lunes y semana..

    Abrazos

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  13. Chari, tampoco me parece triste. La interpretación que hace Ana (que comparto) es infinitamente más bella que la atroz condena eterna, por ejemplo Paolo Y Francesca en la Divina Comedia .. ufff

    Feliz semana amiga ! gracias
    te envío por mail algo del hermoso jacarandá

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  14. Bellísima noche Balo !
    gracias por pasar, feliz semana para ti.
    Un abrazo.

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  15. Hermosa leyenda Cecilia, también la foto que aportas. La belleza de sus flores y sus variedades es espectacular, los he visto en México. En muchos lugares los llaman "palo rosa". Me encantó todo lo que aportas. Mi felicitación y agradecimiento. Besos.

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  16. Si Julie, le suelen llamar "palo rosa" a la madera, lo he escuchado.
    Fiammeta me dijo que los conoce (habrá en Valencia?), Isabel de Madrid, no ..
    Imagino que en México lucirán preciosos !

    Gracias querida Julie, besos.

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  17. Que linda leyenda del Jacarandá, Cecilia..no la conocía..si la canción de Maria Elena Walsh..tambien tengo otra fotito de Jacarandaes en mi barrio..no se si esta bien el plural..dsps la publico..un beso.

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  18. Parece ser que tanto jacarandaes como jacarandàs está igualmente aceptado.

    Veré esa foto Beatriz ! gracias.
    Un beso.

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