fotografía: Maldonado (ROU)
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¿ Encontraría a la Maga ? Ana se encerró en el cuarto y abrió Rayuela, que tenía siempre sobre la mesa de luz. Cata parecía dormida, así que abrió un poco más las ventanas para que entrara plena la luz de la luna; ese día era tan llena y tan blanca que no era necesario nada más para poder leer.
¿Encontraría a la Maga?, leyó, y se preguntó, una vez más, por qué Cortázar comenzaba la novela con una potencialidad que presuponía la duda cuando en realidad estaba bien seguro de que no la iba a encontrar. No habría sido la misma novela, sin embargo, si hubiera escrito ¿encontraré a la Maga? O peor: No encontraré a la Maga. En definitiva, pensaba Ana, no le importaba tanto el encuentro como la búsqueda y esta conclusión, la misma que se repetía cada vez, la tranquilizaba y le devolvía el sueño. Pensaba en todas estas cosas cuando se durmió y comenzó a soñar.
Soñó que navegaba en barcos ebrios de felicidad y que en cada rincón de cubierta había un hombre sin rostro, un hombre que era todo sentimiento, era un mismo amor hacia ella y eso le hacía sentir muy bien, notaba cómo se le inflamaba el pecho de orgullo por el amor que ese hombre desconocido le profesaba, pero el bienestar duraba apenas nada, un suspiro, porque ella no sentía lo mismo; lo que veía era una cosa, un objeto; el amor era esa cosa y ella era nada más que una observadora incapacitada para poder apropiárselo, y no porque lo tuviera prohibido, no por alguna razón que pudiera identificar; no podía hacerlo suyo y eso era todo. Tampoco había una decisión poderosa de ir y luchar por él; había más bien una desidia.
De pronto esos hombres sin rostro, esas cosas, el amor objeto desaparecían y Ana volvía a sentir las mismas ganas y la misma alegría virgen que había sentido al subir al barco. Porque si bien el sueño comenzaba con ella ya en cubierta, recordaba perfectamente el momento del abordaje y recordaba también la expectativa feliz de los primeros pasos hacia ese espacio limitado y desconocido desde donde, sabía, debería emprender la búsqueda.
Ahora debía recomenzar esa búsqueda y otra vez se sentía casi feliz, casi en sintonía con la ebriedad de la nave. Daba un paso y se preguntaba ¿Encontraría a…? Y en el momento de pronunciar el nombre, se despertaba.
PAGINAS SEPIA
GuillermoPaniaga http://locugasura.blogspot.com/2009/01/http
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Bonita la foto. Es mágica, está sensacional. Veo la han tomado desde dentro del coche. Tal vez no encontraron lo que buscaban, pero encontraron este bello paisaje algo nebuloso.
ResponderEliminarYo compré el libro de Cortazar; Rayuela. Nunca pude terminar, lo dejé colgado con otras cosas, en la barra de una tienda, y alguna/o más listo que yo se lo llevó. Lo comencé, iba por la mitad y no puede contuniar.
Parece interesante, veré de comprarlo de nuevo.
Besos
Qué decirte de Rayuela, Isabel .. lo lei por primera vez .. mmm de 15 o 16 años, ahora creo que en ese momento no lo entendí.. sin embargo me fascinó ! Lo he vuelto a leer cientos de veces, descubriendo en cada una algo más ..
ResponderEliminarContenido aparte, decir que es una genialidad del autor .. existen dos maneras de leerlo ! la convencional, comenzando por el capítulo 1, 2 .. y la otra ..
" A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:
El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres
vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente:
Rayuela | Tablero de Dirección
http://espanol.geocities.com/rayuel_o_matic/indice_proyecto.html "
Me alegra mucho que te guste la foto, que la veas como .. mágica.. esa noche de luna podría ser la del relato ..
Un abrazo Isabel, gracias !!!